21 ene 2009

Los expertos afirman que miles de expedientes se perderán si se trasladan de Valencia a Madrid.
Aunque de momento Capitanía General y el Gobierno Militar de Valencia mantienen sus archivos en los sótanos, los expertos afirman que, debido al deterioro que ya sufren la mayoría de estos expedientes de la guerra civil, sacarlos de su actual ubicación para llevárselos a Madrid supondría la pérdida de miles de ellos.
El historiador Ricard Camil Torres ha asegurado que los archivos que se encuentran almacenados en Capitanía "están en muy mal estado desde la riada de 1957, no se han cuidado mucho y por eso es mucho mejor que se muevan lo menos que sea posible". Según este investigador, entre 7.000 y 8.000 expedientes podrían no llegar en buenas condiciones a Madrid.
El valenciano Rafael Maestre corrobora que el peligro de deterioro "es alto porque los expedientes no están en carpetas, muchos son auténticas masas muy pegados por lo que tocarlos será complicado", quien ha calculado en aproximadamente un 20% los documentos que quedarán inservibles.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues si lo dicen estos conservadores...
Ah, ¿que son historiadores?
Da igual: confío plenamente en su criterio imparcial como científicos. Seguro que han estudiado las asignaturas "Conservación de materiales celulósicos para historiadores I y II" durante la carrera.

LA NIÑA DEL EXORCISTA dijo...

Yo tampoco me suelo fiar un pelo de los historiadores que no tienen formación o conocimientos de archivística, que no son pocos los que van de controlar muchísimo-muchísimo-muchísimo, pero luego no distinguen un inventario de un catálogo, o un fondo de una serie. Pero en este caso, mucho me temo que esos historiadores llevan más razón que un santo y creo que la consolidación debe hacerse lo más cerca que sea posible del depósito en el que se encuentren los documentos.

En un sitio que yo conozco, a los documentos compactados por la humedad se les llama con toda propiedad ladrillos o se dice de forma coloquial que están enladrillados; y en mi opinión son los que menos padecerían en un traslado, también los más difíciles de restaurar (creo). Ahora bien, para los que no están compactados, sino formados por hojas que se pueden separar, la experiencia me dice que la mayoría se convertirá en migas de papel antes de llegar a Madrid.

Cuando el papel se moja, si no se trata a tiempo, además de mancharse sufrirá ataques de hongos y bacterias -e incluso entra dentro de lo posible que alguna colonia siga viva-, microorganismos que se alimentarán de la celulosa rompiendo sus cadenas y convirtiendo los papeles en quebradizos. Vamos, que al primer meneo, no digamos ya la vibración que puede originar un transporte de Valencia a Madrid, me parece más que probable que al llegar a su destino escasee el papel y abunde el pan rallado, digo papel rallado.

Anónimo dijo...

No logro entender porqué todos tenemos que saber de cualquier materia que se nos pone a tiro.

Además de empaquetarlos y meterlos en cajas... ¿Dónde pretende meterlos? ¿En cámaras blindadas?.

La temperatura y la humedad influyen en la conservación de los documentos sobre soporte celulósico, por supuesto. Pero si cualquier cambio de estos parámetros afectase de forma instantánea a la integridad de éstos, no habría ningún archivo con fondos documentales en España, porque, desgraciadamente, ninguno, y digo ninguno, reune las condiciones adecuadas. Además, para realizar los comentarios que ese señor investigador hace, hay que realizar un estudio profundo del estado de conservación general de los fondos de ese archivo, lo que supone, mínimo, la revisión de un 50 - 70%, para poder extrapolar los resultados. En fin, que sería tal galimatías que no creo que lo haya llevado a cabo. Claro, que se me olvida que es investigador-conservador-restaurador-reposterofino. Entonces sí.

LA NIÑA DEL EXORCISTA dijo...

Bueno, yo creo que cualquiera tiene derecho a formarse; no sabemos los conocimientos que tienen esos investigadores y a mí no me parece que, en general, diga algo descabellado. En mi opinión el riesgo se encuentra en el transporte, en el meneo y las vibraciones a las que me refería, no en un cambio brusco de humedad y temperatura.

En cualquier caso no es difícil suponer que unos documentos que al parecer no pasaron por una, sino por dos riadas, y que no se han tratado, se encontrarán en mal estado. Si él consultó el fondo de forma exhaustiva -creo perfectamente posible que los militares no les pusiesen pegas para consultar documentos en mal estado- tal vez tengan elementos de juicio suficientes para dar una opinión, incluso cuantitativa, que en este punto tampoco es necesario resolver la ecuación ondas de Schrödinger.

Y coincido con ellos. Si los expedientes están compactados y son gruesos, seguramente no habrá problema para transportarlos. Si son finos, es posible que se formen grietas o se partan en varios fragmentos; si los expedientes se mojaron y las hojas a día de hoy se separan -quedándose uno con migas o trocitos de hojas en las manos- estoy convencido de que a Madrid llegarán hojas de papel rallado; como también estoy convencido de que cuanto menos se muevan del depósito en que se hallen, menos pérdidas se producirán en las hojas.

LA NIÑA DEL EXORCISTA dijo...

Y otra cosa más. Esto de restaurar un volumen tal de documentos no se hace en dos días...

Pero supongamos que los documentos afectados por esas dos riadas no son tantos como nos dicen los investigadores, pongamos un 5% de los 40.000 que al parecer hay en Valencia. Serían, pues, unos 2.000 expedientes a tratar (nada más y nada menos). Consideremos que los 38.000 restantes se pueden limpiar con una aspiradora que funcione a baja velocidad de succión y nada más -que no sé si es mucho suponer.

Pongamos por caso un ladrillo, un expediente compactado de cierto volumen. Es de suponer también que para separar las hojas se usará calor y bisturí, que muchas otras soluciones no se me ocurren. Supongo también que el tratamiento se orientará hacia la "descompactación", limpieza, eliminación de posibles colonias de hongos o bacterias aún activas, desacidificación y consolidación del soporte.

Como las tintas de la época entiendo que impedirán una inmersión en agua y el papel tras esas dos riadas estará más que debilitado, descarto el uso de la reintegradora. Habrá que usar una laminadora ¿no?

Por lo tanto:

1.- Abrir ficha por cada expediente a restaurar señalando patologías y tratamientos a realizar junto con todos los problemas que surjan durante el proceso.

2.- Separación de las hojas usando calor y bisturí, proceso que puede alargarse durante semanas o meses para un solo expediente. Numeración a lápiz de cada una de las hojas que se separan ¿Un mes o algunos más?

3.- Limpieza de cada una de esas hojas, que no se hará con aspiradora, sino a brocha y pincel. En su caso, limpieza en seco mediante una solución hidroalcohólica, y/o empleo un fungicida-bactericida para eliminar colonias de hongos y bacterias activas. Es de suponer que se emplearán bastoncillos de algodón para la limpieza, o en el mejor de los casos, brochas si el soporte lo admite y no se deshace. Para un expediente judicial de no muchas hojas (¿50?) entiendo que esta parte puede desarrollarse durante un mes (más o menos).

3.- Desacidificación del papel nebulizando sobre su superficie alguna disolución alcalina que deje una reserva básica en el mismo. Secado, que puede durar un día o unas horas. A mayor número de restauradores, mayor número de rejillas ("tendales"), y estas ocupan lo suyo... Añádase al tiempo anterior ¿un mes?

4.- Injertado de las partes en las que haya pérdidas... a mano, buscando un papel similar o hecho ad hoc (a mano tb), cortándolo a la medida y con la forma de los fragmentos perdidos; rebajado de los bordes a bisturí, tanto por la parte del papel a tratar en la que se va a producir la unión -si es que lo admite-, como por el borde del injerto correspondiente a la misma zona de unión. Por último, unión de los injertos, supongo que mediante calor ¿Nos metemos en uno o dos meses (como mínimo)?

5.- Introducción de las hojas en una laminadora a fin de consolidar el soporte. Recorte de los bordes de teflón que se salgan de las dimensiones de la hoja ¿Nos metemos en varias semanas a mayores?

6.- Cosido, y a continuación descripción y digitalización.

Vamos, que en mi opinión, 2.000 expedientes no se restauran en un año ni en dos, (ni en tres) a no ser que el laboratorio en que se desarrolle el proceso cuente con un número considerable de restauradores, fuera de lo común (¿40?), con un no menos considerable número de laminadoras y rejillas de secado, elementos ambos que ocupan lo suyo y requieren unas instalaciones de cierta envergadura. Añádasele a eso la posterior descripción y digitalización, y en conjunto nos metemos en unos cuantos añitos, para mí que bastantes.

Anónimo dijo...

Sin ánimo de entrar en polémicas, que no llevan a ningún lado, por lo menos a mí, tengo que hacer unas pequeñas observaciones. Del tratamiento propuesto, al menos un 60% no se realiza desde hace 20 años. Segundo misterio: ¿¿¿Recorte de los bordes de teflón??? La conservación de obra gráfica sobre soporte celulósico es desde hace bastantes años una disciplina de titulación superior que no se aprende en cursillos CCC a distancia. Por favor, tengamos un poco de rigor y, sobre todo, un poco de respeto hacia los demás. A mí no se me ocurriría nunca dar una lección de lo que es un fondo documental o una serie.

LA NIÑA DEL EXORCISTA dijo...

Perdón, perdón, el denominado argumentum ad verecundiam es una argucia retórica y no vale... o sólo vale cuando existe consenso entre los dos interlocutores; y en este caso me da igual lo que diga el Ministerio, que también desde el Ministerio les ha dado por llevarse a Salamanca cachitos de fondos, y no creo que alguien pueda defender una práctica así.

Hay cosas que se ven todos los días, realizadas por profesionales y una cosa es que se hagan personalmente y otra que sea difícil (a la par que complicado) entender o describir lo que hacen.

Me reafirmo en lo dicho sobre el recorte de los bordes de teflón:

Cuando un papel es quebradizo no se puede introducir en la reintegradora, en la Vinyector -porque al inundarlo se deshace- sino que el soporte se consolida mediante el uso de una laminadora: se pone la hoja sobre otra de teflón o entre dos láminas de teflón -que no se recortan previamente para ajustarlas al tamaño del papel- se introduce en la laminadora, y cuando sale la hoja consolidada, como sobra teflón por los bordes de la misma, se recortan o se eliminan esos bordes para que no sobresalgan pestañas de teflón ¿O es que la solución es dejar los bordes, uno con una pestaña de teflón de dos cm de ancho, otro con 3 cm etc; o en la hoja siguiente otras pestañas de dimensiones distintas a las anteriores, etc? No, la solución está en dejar todas las hojas con sus dimensiones originales y sin pestañas de teflón, que se eliminan una vez que sale el documento de la laminadora.

Y en cuanto a que el 60% tratamiento no se realiza desde hace 20 años, jeje, hombre, una descalificación, así, en globo, también me parece una argucia retórica que no descalifica nada, que no cuela, y también discrepo:

1.- ¿Un restaurador no abre una ficha por cada expediente que restaura para dejar constancia escrita de las patologías del papel, de cómo tratarlas, así como para reflejar los problemas que le surgen durante el tratamiento? Fuera del Ministerio, aseguro que sí abren fichas.

2.- ¿Seguro que en un documento compactado no se separan las hojas mediante el uso de un calor, a través de una especie de soldador de tipo lápiz y ayudándose de bisturí? ¿Qué otro método se puede emplear sino para separar hojas compactadas?

3.- ¿Cómo se limpia un papel debilitado o quebradizo si no se puede usar una aspiradora, o lavarlo, además de por el estado del papel, porque las tintas violáceas de las máquinas de escribir de la época son solubles en agua? ¿No se desadicifica? ¿No se ve si las colonias de hongos o bacterias siguen activas? ¿No se eliminan estas últimas en caso de estarlo?

4.- Si hay que injertar papel en donde haya pérdidas ¿como se hace si no se puede usar una reintegradora mecánica? Habrá que hacerlo a mano, buscando o fabricando un papel similar, recortándolo a la medida de los huecos perdidos, etc. En fin, que se siguen haciendo injertos y a mano.

5.- No hay mucho que explicar en este punto. Se hace así.

6.- Una vez concluido el proceso, ¿se dejan las hojas sueltas, o se cosen? Se cosen ¿verdad?

En definitiva ¿en dónde está ese 60% que está mal? Porque acabo de demostrar que lo que se cita en concreto que está mal -el recorte de los bordes de teflón- es necesario, no ya sólo para dejar la hoja con sus dimensiones originales y poder coserla, sino para no introducir en el documento más materiales externos al mismo que los necesarios y suficientes para consolidarlo y devolverle sus características mecánicas y funcionales.

Luego, pese a las argucias retóricas, sigue siendo cierto, ciertísimo, que se pueden tardar bastantes años en restaurar tan sólo 2.000 expedientes en mal estado, únicamente el 5% de los 40.000 que se conservan en Valencia y que al parecer sufrieron dos riadas.

Anónimo dijo...

A ver, que no quería entrar en polémicas y no voy a tener más remedio. Empecemos por las contundentes aseveraciones en las que se demuestra que, a pesar de estar muy atento a cómo trabajan los profesionales, seguimos sin coger ni media.

De entrada, no vaya usted pidiendo una Vinyector a una tienda porque se va a llevar la desagradable sorpresa de que no van a darle una reintegradora, sino un gerovital de lo anticuado que estamos. La máquina se llama Reintegradora y, en algunos sitios y de forma errónea, colmatadora.

Por supuesto que cuando un papel se encuentra quebradizo se utiliza la laminadora pero... ¿Estamos seguros que con teflón?. El teflón, en una reintegradora de Barrow, se utiliza como protector entre el documento y la máquina, para evitar que el adhesivo entre en contacto con las resistencias de la máquina que lo funden. Es lo mismo que en las sartenes, para que no se peguen los alimentos. Es decir, insisto, para laminar sólo se necesita un soporte de refuerzo, en este caso otro papel de mayor o menor grosor, y un adhesivo que, en ningún caso, ninguno, es un teflón. Aparte de este dato, importante creo, la laminadora de Barrow no se utiliza desde hace 20 años, cuando métodos mucho menos agresivos e igual de eficaces existen en el mercado.

Vamos con la segunda, como en las sevillanas. Un documento compactado, como usted denomina a un bloque de hojas, no se separa con un soldador tipo lápiz ayudándose de un bisturí. Vamos a aclararnos. Eso que usted llama soldador sólo sirve para dar más o menos calor, y se emplea para acelerar el secado de algún producto o para fundir algún adhesivo. Aparte de eso, también se utiliza en algún ritual masoquista, pero eso es otra historia. ¿No se estará refiriendo a un lápiz de vapor? Errores como este harían que los procedimientos de expurgo no existiesen en los archivos, ahorrándonos muchas complicaciones. Por cierto, los denominados bloques o ladrillos o compactos son en su mayoría documentos cuyo soporte casi siempre, y digo casi, son papeles cuché. En estos casos, ni con soldadores de calor tipo lápiz, ni con vapores ni con nada. Tiremos el bloque en cuestión a la basura y hagamos sitio en la estantería. Otro apunte más a este punto. La separación de hojas, en el caso de que se pueda llevar a cabo, se realiza por otros métodos mucho menos peligrosos y más sencillos. Tan sencillo como un Goretex, y perdone la utilización de marcas comerciales.

La Tercera. Si es una solución hidro-alcohólica, no se trata de una limpieza en seco. Eso para empezar. Si se nos van las tintas en agua, que no todas las tintas mecanográficas violáceas y con ojeras se van, nunca se puede utilizar etanol. Nunca. A no ser que queramos un papel quebradizo y, además, en blanco, para poder reutilizarlo. Si se van las tintas violáceas en agua, tampoco se puede desacidificar porque seguro que también elimina las tintas. Eso sí, tendremos un papel con mucha reserva alcalina. No soy experto en biología, pero mis escasos conocimientos me indican que los hongos o bacterias son difíciles de eliminar por métodos asequibles. Es decir. O esterilizamos un documento en un autoclave especial, cosa desechada hace no veinte, treinta años mínimo, ya que los productos que se utilizaban son peligrosos, mortales, para el personal que los utiliza, para los archiveros que los revisan y para el usuario que los consulta. ¿Y qué iba a hacer yo sin mis queridos archiveros del alma?. Además, se demostró allá, por los años 80, que los documentos esterilizados, libres de hongos, bacterias y demás fauna, eran mucho más susceptibles de posibles ataques microbianos debido a la ausencia de competencia biológica en su estructura.

Vamos por la cuarta, vaya charla. Las hojas que componen los legajos, los expedientes judiciales, etc, etc, etc, aunque presenten cosidos originales, siempre deficientes porque son realizados desde tiempos ancestrales con una técnica denominada "diente de perro", es decir, muerde la hoja para no dejarla escapar, y si se escapa, se "rasga" el soporte, como decía, estos documentos nunca vuelven a coserse porque el daño que se les produciría sería mucho mayor. Se numeran, se incorporan a carpetillas de buena calidad (papel tipo barrera o cartulina neutra, según el caso), siempre estandarizadas en tamaño, y se guardan en una cajita tan ricamente. Además, facilita la digitalización o la microfilmación, mucho más modesta.

Tengo que reconocer que sí, los injertos a mano se realizan poco más o menos como se ha mencionado.

Insisto en todo lo dicho. No voy a meterme a realizar la descripción del fondo de clero del AHN, Alá me libre, porque seguro que me lo cargo y a lo más que podría aspirar es a organizarlo por fechas o por tamaños y colores, que es más divertido. Deje la restauración y los diagnósticos a los expertos que nos irá mejor a todos. Muchas gracias y perdone el discurso atragantante.

LA NIÑA DEL EXORCISTA dijo...

Parturiunt montes, nascetur ridiculus mus...

Q.A., o sea, querido amigo, mucho me temo que en esta mesa redonda, también tenemos sorpresa, cosa de la cual me felicito y agradezco. Como no podía ser menos, valoro el ímprobo esfuerzo que realiza por desviar la atención, pero, oiga, aquí entre nosotros y por lo bajinis, psssss, que no cuela eh. En mi pueblo, aunque usted no se lo crea, no tenemos necesidad de llamar al Observatorio, y me refiero al meteorológico, para conocer de qué lado sopla el viento, sino que nos llega con mojar el dedo y exponerlo al aire para saber si sopla de un lado u otro. Habrá quien confunda babor con estribor, pero no le quepa duda de que pese a las imprecisiones, inexactitudes, o empleo de un lenguaje coloquial, cualquier vecino sabe si sopla de aquí o de allá. Quédese cada cual con lo que prefiera: quien quiera gato, tome gato, y quien quiera liebre, liebre, pero yo le aseguro que por estos pagos se distingue, divinamente, oiga, el gato de la liebre.

Porque pese a los esfuerzos por desviar la atención hacia mis imprecisiones o inexactitudes terminológicas, el planteamiento y el centro atención se encuentra en varios puntos, de los que se me ha escaqueado:

A) ¿Están capacitados y pueden esos investigadores decirnos que, a su juicio, si se mueven nada más y nada menos que desde Valencia Madrid los 40.000 expedientes que se conservan en la capital de dicha comunidad, se corre el riesgo de perder entre 7.000 y 8.000, o que se incremente el deterioro que ya padecen?

La respuesta en mi opinión es sí. Tal vez la cifra no sea precisa, pero no me cabe la menor duda de que es aproximada.

Los documentos que nos ocupan, según tuvimos ocasión de enterarnos los lectores de este blog, pasaron no por una, sino por dos riadas. Si Ud. se fija en una de las noticias que nos enlaza la autora del blog, en el debate suscitado interviene un/a tal Aragorn, que tanto por lo bien informad@ que l@ veo, incluso en detalle, como por compartir lecturas (sensatas) conmigo, me parece persona digna de la mayor consideración y crédito; y nos dice que la documentación... "ha sufrido no una sino dos riadas". Que se sepa, los fondos no fueron tratados, así que no hay que ser Einstein para comprender que un buen número de documentos se encontrará en mal o muy mal estado de conservación, con expedientes y grupos de expedientes compactados o macizados, como prefiera; con el papel quebradizo, etc. Una ruina, oiga.

¿Cuentan estos investigadores con elementos de juicio suficientes para dar producirse como lo hacen?

Mi opinión es que probablemente sí, tanto por la contundencia de su afirmación, como por la cuantificación que realizan, o por las dos riadas, dos, a las que alude Aragorn. Esto por no pensar que, oiga, la gente no se cayó de un guindo, todos tenemos libros o documentos del archivo familiar que se hallan en mal estado de conservación, y sabemos distinguir un documento en buen estado, de otro en mal estado. Hace pocos días la autora de este blog también nos informaba que en el Tribunal Militar de Sevilla, los investigadores accedían al depósito por falta de personal y se servían los documentos ellos mismos por sus propios y respectivos mecanismos: "en ocasiones la falta de personal obligaba a los interesados a buscar por sí mismos entre los "innumerables legajos" aquello que les interesaba" ¿Por qué pensar que en Valencia no ocurre lo mismo cuando esos investigadores nos dicen que los expedientes están "sueltos"? En sus visitas a los lugares donde se consultan los fondos (creo que Tribunal Militar, Capitanía y Gobierno militar), además de haber visto los documentos que les interesan, ¿no habrán tenido ocasión de cambiar impresiones con otros investigadores o con algún trabajador que les haya podido informar del estado general en que se encuentran los documentos?

B) Y otra cosita de la que también se me escaquea, Q.A. ¿Es serio y responsable trasladar fondos que se encuentran en mal estado o muy mal estado de conservación desde Valencia a Madrid? ¿Está usted seguro de que durante el proceso de encamisado, introducción en cajas, posterior introducción de estas en cajones, acumulación de estos en los vehículos y su posterior transporte en una distancia como la que separa Valencia de Madrid, no se van a producir grietas, fracturas, pérdidas como consecuencia de la compresión de aquellos documentos que se coloquen en la primera hilada de la caja del camión, que soportarán el peso de los que habrá encima, por no pensar en la fuerza centrífuga disipada en las curvas, en los frenazos, baches, etc? ¿O acaso cree que el transporte no va a ser uno al uso, sino que van, por ejemplo, a congelar los documentos para posteriormente sublimar el hielo y lograr que lleguen enteritos (y aún así...)?

C) Vamos con los terribles pecados que me atribuye y por los que mañana mismo pediré confesión no vaya a padecer algún accidente que me insulte y fallezca en pecado mortal.

En primer lugar, debo agradecerle, y crea que soy sincero, algunas de sus precisiones terminológicas, pero oiga, éstas no afectan al fondo de la cuestión. Porque si es cierto como nos quieren transmitir las fuentes oficiales junto con los turiferarios que las acompañan –entre los que no me incluyo y por si acaso, tampoco lo incluyo a Ud.- que el proceso de restauración será rapidísimo, oiga, que no, que no me lo creo, hombre. Que no se restauran en quince días, ni en un mes ni en un año, no ya 8.000, sino únicamente 2.000 expedientes, que son un porrón de expedientes y sé yo de muy buena tinta que para restaurar aunque "sólo" sean 2.000 expedientes hacen falta años.

C.1.- Sobre la reintegradora, de mal nombre Vinyector. Disculpe usted, pero como sin duda no se le escapa, se dice de público hace ya años por mentideros archivísticos que en cierto instituto cogieron manía a determinado profesional de la restauración, que tuvo la virtud, entre otras muchas, de introducir cierta máquina, practicar algunas modificaciones, y denominarla Vinyector siendo así la primera reintegradora que se usó en España. Ha de disculparme que no esté en el contubernio contra este profesional, que tenga de él la mejor impresión y estima –que la tierra le sea leve-, y que, si me lo permite, me la refanfinfle que en determinados lugares esté mal visto denominar –si quiere de modo coloquial- Vinyector a una reintegradora. Para mí y no sólo para mí, Vinyector en España es sinónimo de reintegradora porque si no estoy equivocado, fue la primera que se empleó.

Como a usted tampoco se le escapa, los que nos arreglan los piños suelen denominar enfermedad periodontal a la que los demás denominamos piorrea. Como a usted del mismo modo tampoco se le escapa que "compactus" es una marca registrada de determinadas estanterías densas, y a día de hoy, por haber sido las primeras que se emplearon, es común denominar de forma coloquial y a veces no tan coloquial "compactus" o "compactos", a lo que se conoce de forma genérica por estanterías densas.

C.2.- Sobre las laminadoras y el teflón.

Vuelvo a agradecerle sinceramente que me haya sacado del error en que estaba. Efectivamente, el adhesivo que se usa no es de teflón. En cuanto a la laminadora de Barrow, disculpe, pero no sé de qué me habla. La laminadora a la que yo me refiero, y no sé si es nombre coloquial, es una máquina que se asemeja, si me permite el símil, a una sandwichera. Se abre la tapa de la laminadora, se deposita en ella una lámina de espuma o de esponja –disculpe la imprecisión terminológica que ya sé que me va a reñir, pero tanto usted como yo sabemos a lo que nos referimos, usted sin duda será más preciso- a continuación se coloca sobre ella, ahora sí, una lámina de teflón. Seguidamente, se pone el adhesivo –que yo creía erróneamente de teflón; luego se coloca la hoja de papel a consolidar; creo que también se puede colocar sobre el papel otra lámina de adhesivo; finalmente va encima otra lámina de teflón y otra de espuma. Se cierra la laminadora y haciendo vacío y creo que usando algo de calor, el adhesivo se une al papel y queda consolidado el soporte. Por último, se recortan las pestañas de adhesivo que se sobresalgan de la superficie de la hoja, más que nada para no dejar pegotes que no aportan nada a la características mecánicas y funcionales del documento que se quiere consolidar. Le aseguro que una laminadora como la que acabo de describir no ha quedado en desuso hace más de 20 años, sino que se usa a día de hoy, y tan ricamente oiga.

¿Usted cree que este proceso, injertos incluidos, se realiza en 15 días para un volumen de documentos que según los investigadores se aproxima a los 8.000 como fuentes oficiales nos quieren vender? Yo le aseguro que no, que se tardan años, y eso era justo lo que quería decir, que no trago gato por liebre. Como también estoy convencido de que si el laboratorio de restauración se monta a 100 metros del depósito en que se encuentren los documentos, mejor que no se monte a 200, no digamos ya someterlos a un encamisado, introducción en cajas, transporte, reinstalación en un nuevo depósito, etc. ¿Está Ud. seguro que en estas operaciones no padece el papel?

C.3.- Sobre los lápices de calor, de vapor y los ladrillos.

Agradezco el matiz, porque también quiero recordar que se usan lápices de vapor para separar bloques de documentos, pero yo le aseguro que he visto separar las hojas de un ladrillo empleando lápices de calor, espátula y bisturí. Incluso he visto a un archivero, no a un restaurador, separar un bloque de hojas poniendo una tabla sobre el radiador, y encima el papel. Le aseguro que los papeles se despegaron. Es también cierto cuando le conté este sistema a una amiga restauradora, no quedó muy convencida, por ser fino y educado...

Y no recuerdo haber visto usar Goretex para separar hojas, pero tampoco pongo en duda su palabra, que siempre es un placer aprender. En cualquier caso, lo tranquilizo: no tengo ningún interés en ponerme a restaurar. Otra cosa es que no tenga una idea general sobre el proceso de restauración, no sepa distinguir un papel en mal estado de otro que parece nuevo; si es quebradizo, si un bloque de hojas forma un ladrillo, etc. Por cierto, los ladrillos que me quedan cerca no son de papel cuché, no. Son de papel ¡y del bueno!, ya sabe, de fibras naturales, de lino, algodón, etcétera, y pese a ello, aparecen algunos compactados.

C.4.- Sobre los hongo, bacterias y demás fauna.

Lleva usted razón, una vez más, al regañarme por denominar limpieza en seco a la que no lo es. Tan solo intentaba distinguila de aquella en la que el papel se lava.
Estoy por asegurarle, pero me cercioraré, que para acabar con los hongos creo que en primer lugar se airean los documentos, y en segundo, en algunos casos se usa alcohol, lógicamente haciendo la típica prueba que realizan los restauradores (en una esquinita) para comprobar si se van las tintas. Y lleva razón también en lo de los fungicidas orgánicos, no se usan hace bastantes años. En cualquier caso, recuerdo que con ocasión del atentado que sufrió el archivo de la Universidad de Navarra, alguien recomendó en Arxiforum el uso de una disolución hidroalcohólica para evitar la proliferación de microorganismos, así que algo debe llevar esa disolución cuando se recomienda sin riesgo de producir un blanqueo.

C.5.- Sobre el cosido, descosido y recosido.

El criterio que expone es uno, pero yo le aseguro que los restauradores que conozco, numeran, descosen, realizan el tratamiento que proceda, y vuelven a coser, ojo al parche, pasando los hilos por los mismos agujeros del cosido original. Con ello se evita que el investigador baraje las hojas de un expediente; o lo que es peor, cuando se le sirve un legajo o caja en el que hay varios expedientes, se evita que baraje las hojas de un expediente con las de los demás, que hay de todo en la viña como a Ud. sin duda no se le escapa. Incluso, se dificulta que alguno con manos largas pueda meter entre jersey y camisa -sin duda por descuido- alguna hoja.

Por otra parte, conozco también archivos que retiran las grapas, gomas y clips como en todas partes, y a continuación, cosen los expedientes con hilo y aguja, como a la vieja usanza, a diente de perro, y no veo esos graves daños que puede ocasionar el volver a coser un expediente si se cose y vuelve a coser con cuidado empleando los orificios originales.

Y con esto acabo yo también ¿quién habló de discursos atragantantes? :-) Si a mí me llega a conocer Fidel, no dude que me contrataría para redactarle sus discursos. De hecho, a veces pienso si no seré un clon del líder cubano dada la extensión de mis escritos.

Quedo de Ud. s.s.q.e.s.m. e imploro a la Superioridad lo conserve bueno muchos años.