27 dic 2009

Cómics incunables.
El archivo de la Editorial Bruguera guarda las populares creaciones de Francisco Ibáñez, Escobar, Jan y Víctor Mora, entre otros autores.
En Parets del Vallès, en un polígono industrial cerca de Barcelona, se guardan los archivos y fondos de la mítica Editorial Bruguera, colecciones prácticamente completas de publicaciones como «Tio Vivo», «Pulgarcito» o «DDT». En ellas aparecieron las primeras historietas de los agentes Mortadelo y Filemón cuando lo suyo era solamente una agencia de información, los hermanos Zipi y Zape, la cascarrabias de doña Urraca, las solteronas hermanas Gilda o el hambriento Carpanta.
Entre esas curiosidades, aunque francesa, cabe señalar un álbum que en su momento dedicó Bruguera a Umpah-pah, un guerrero indio creado por Uderzo y Gosciny, el mismo equipo creador del exitoso resistente galo Astérix.
De lo que no queda ni rastro en el archivo de Bruguera es de los originales de los numerosos dibujantes que pasaron por el sello. Cuando la editorial cerró por suspensión de pagos en 1986 y antes de que sus fondos fueron adquiridos por el Grupo Z –hecho que permitió la creación de Ediciones B–, muchas de las páginas ilustradas por Ibáñez, Raf o Escobar desaparecieron en extraños robos o fueron destruidas con trágicas consecuencias para la historia del cómic español. Algo de lo que sobrevivió a ese expolio fue salvado por la Fundación Gin, una entidad creada a instancias de Ediciones El Jueves y que suele mostrar esas obras en algunas de las exposiciones que celebra regularmente.
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