11 ago 2010

Assange contra los señores del mundo.
El australiano Julian Assange ha vivido siempre muy deprisa. Tanto que, sin haber cumplido los 40 años y sin disparar un solo tiro, ha conseguido situarse en el punto de mira del Pentágono. Es el alma de Wikileaks, el sitio web que ha sacado a la luz 75.000 documentos militares secretos sobre la guerra de Afganistán y amenaza con publicar otros 15.000.
En Wikileaks empezó, a modo de prueba, con una orden de asesinato de los rebeldes islámicos somalíes y pronto comprobó que su idea funcionaba: en todas las organizaciones hay gente descontenta dispuesta a filtrar material comprometedor.

Wikileaks asegura tener 1,2 millones de documentos secretos en sus archivos. Hasta donde se sabe, la página se financia con donaciones. Ni publicidad ni subvenciones. Tampoco sede o empleados fijos. Sólo un pequeño grupo de activistas, todos con un pasado como hackers.
Utiliza los sistemas de encriptación más seguros para borrar pistas y garantizar el anonimato de sus fuentes. No en vano Assenge es un consumado criptógrafo. Además, sus servidores principales están en Suecia y Bélgica, países con una legislación muy estricta sobre el secreto de las fuentes informativas. Assenge se vanagloria de que, hoy por hoy, es imposible borrar un documento de su sitio web porque, para hacerlo, habría que desmantelar internet. Sin duda lleva algo de razón, porque el Pentágono todavía no lo ha logrado...
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